La prohibición y bloqueo de X (antiguo Twitter) en Brasil ha marcado un antes y un después en la relación entre las plataformas digitales globales y los países donde operan. La decisión fue adoptada por Alexandre de Moraes, Ministro del Supremo Tribunal Federal (STF) de Brasil, tras una dura disputa legal y política con Elon Musk, dueño de la red social, que se negó a cumplir varias órdenes judiciales relacionadas con la moderación de contenidos y diseño operativo en territorio brasileño. Este episodio ha generado un intenso debate sobre la libertad de expresión, la desinformación y los límites regulatorios de las grandes tecnológicas, además de dejar sin a la plataforma a decenas de millones de brasileños.
El origen del conflicto: entre la desinformación y la ley
La relación entre Brasil y la plataforma X llevaba años marcada por la tensión en torno a la moderación de contenidos, la proliferación de discursos de odio, la organización de actos antidemocráticos y la difusión de noticias falsas. El punto de inflexión se produjo cuando el STF, a través del juez de Moraes, exigió a X el bloqueo de perfiles considerados peligrosos para la estabilidad democrática del país, muchos de ellos vinculados a la extrema derecha brasileña y a la difusión de desinformación relacionada con los procesos electorales.
La plataforma no cumplió las órdenes judiciales para bloquear cuentas sospechosas de promover fake news y narrativas antidemocráticas. Además, Elon Musk procedió al cierre de la oficina de X en Brasil y despidió a todos los empleados locales, incluidos sus representantes legales. Esta decisión dejó al país sin un interlocutor formal ante la plataforma, lo que representó una violación de la legislación brasileña que obliga a las empresas extranjeras a tener representación legal dentro del país para responder ante las autoridades y cumplir con la ley.
Frente a estos acontecimientos, el STF inició una investigación contra Musk por presunta obstrucción de la justicia, organización criminal e incitación al delito. Se congelaron cuentas bancarias de Starlink (otra empresa de Musk) para garantizar el pago de las cuantiosas multas impuestas a X.
Motivos legales y políticos detrás de la prohibición
La decisión de suspender X se fundamenta en la legislación local y en el Marco Civil de Internet, que establece que las plataformas no son responsables del contenido generado por s salvo en casos donde exista una orden judicial para eliminar determinado contenido y la empresa se niegue a cumplirla. Tal como reconocen fuentes judiciales y medios especializados, Brasil ha visto un crecimiento de la polarización política, agravada por la circulación de bulos y discursos que amenazan la paz social y la legitimidad de sus instituciones democráticas.
Entre los argumentos del STF para el cierre de X sobresalen:
- La repetida negativa de la plataforma a bloquear perfiles que promueven discursos de odio, racismo, nazismo y mensajes antidemocráticos.
- El papel de X en la diseminación de información falsa sobre el sistema electoral y la legitimidad de los resultados.
- La ausencia de un representante legal en el país, incumpliendo la exigencia de la ley brasileña y dificultando la comunicación entre las autoridades y la plataforma.
- La negativa de Musk a bloquear cuentas relacionadas con el expresidente Jair Bolsonaro y figuras afines, que son investigadas por incitar actos violentos y antidemocráticos.
En palabras del propio Alexandre de Moraes, la libertad de expresión no puede ser confundida con el permiso para atentar contra la democracia, fomentar el odio o difundir noticias falsas. Para el STF, el bloqueo de X era la única forma efectiva de que la plataforma acatara las decisiones judiciales y colaborara en la protección del orden democrático y la seguridad pública.
Impacto social y económico del cierre: millones de s afectados
Brasil era uno de los mercados más importantes de X a nivel mundial. Antes del cierre, la plataforma contaba con entre 21 y 24 millones de s brasileños activos, según diversas fuentes. Solo Estados Unidos, Japón e India tenían un mayor número de s en la red social.
La prohibición supuso un duro revés para Elon Musk, que vio cómo su plataforma perdía una masa crítica de s, anunciantes y relevancia en un territorio clave. Además, la medida se acompañó de multas millonarias para X y sanciones económicas diarias para quienes intentaran acceder al servicio a través de métodos alternativos como las VPN. El monto de estas multas ascendía hasta 50.000 reales diarios por (cerca de 8.900 dólares), un mecanismo disuasorio sin precedentes en el contexto digital brasileño.
El papel de las VPN y la respuesta tecnológica al bloqueo de X
A pesar de la prohibición, muchos brasileños buscaron redes privadas virtuales (VPN) para acceder a X y eludir el bloqueo. Sin embargo, la orden judicial advertía que el uso de VPN para saltarse la restricción también sería considerado ilegal y sujeto a fuertes multas.
El procedimiento técnico del bloqueo comenzó con una orden directa del STF a la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (ANATEL), que a su vez instruyó a todos los proveedores de servicios de Internet a suspender el a la plataforma mediante el filtrado de direcciones IP asociadas a X. Paralelamente, Apple y Google recibieron la instrucción de eliminar la aplicación de X de sus tiendas virtuales para s en Brasil, e incluso de retirar aplicaciones de VPN.
A pesar de estos esfuerzos, expertos en ciberseguridad señalaron que es difícil erradicar completamente el gracias a tecnologías como la ofuscación de tráfico o servidores extranjeros. De hecho, X implementó servicios de Cloudflare para enrutar el tráfico a través de servidores en el extranjero, permitiendo el a la red social en ciertos casos sin necesidad de usar VPN.
El desencadenante final: la disputa por cuentas de la extrema derecha
El conflicto escaló cuando el juez De Moraes ordenó a X el bloqueo de seis perfiles destacados vinculados principalmente al movimiento bolsonarista y a la difusión de mensajes negacionistas y conspirativos, entre ellos políticos y influencers como Nikolas Ferreira, Carla Zambelli, Gustavo Gayer, Allan dos Santos, Bruno Aiub (Monark) y Luciano Hang. Estas cuentas, con millones de seguidores, fueron consideradas clave en la difusión de narrativas que ponían en riesgo la estabilidad y el proceso democrático.
La negativa de Musk y de la plataforma a bloquear dichas cuentas provocó una escalada de medidas, entre ellas la orden de arresto contra la abogada Rachel de Oliveira, entonces responsable legal de X en Brasil. Ante la imposibilidad de localizarla y tras la falta de respuesta por parte de X, Moraes intensificó las sanciones y amplió el bloqueo a la totalidad de la plataforma.
Reacciones y debate nacional: ¿Censura o defensa de la democracia?
La medida fue recibida con opiniones encontradas en la sociedad brasileña. Defensores de la democracia y sectores vinculados al actual gobierno consideraron que el cierre era necesario para frenar la desinformación y el odio, especialmente tras el intento de asalto a las instituciones federales y el aumento de la violencia política.
Por otro lado, sectores de la derecha y parte de la opinión pública internacional calificaron la decisión como un acto de censura gubernamental, alegando que se atentaba contra la libertad de expresión y contra la neutralidad de las plataformas digitales. Elon Musk fue especialmente explícito en su crítica, tildando a De Moraes de “pseudojuez” y acusando a las autoridades brasileñas de instaurar un régimen opresor, reflexionando sobre el peligro que conlleva para la democracia que un poder judicial pueda cerrar redes sociales por motivos políticos.
Marco legal: el Marco Civil de Internet y la responsabilidad de las plataformas
El bloqueo de X se amparó en el Marco Civil de Internet de Brasil, promulgado en 2014, que regula los derechos y responsabilidades de s y empresas de Internet. Según esta ley, las plataformas están exentas de censura previa, pero pueden ser responsabilizadas si ignoran órdenes judiciales para retirar contenidos que supongan un peligro para la seguridad nacional o la estabilidad democrática.
El STF utilizó este marco para justificar su decisión, asegurando que la suspensión de X era una medida proporcional y temporal hasta que Musk y su empresa cumplieran con todas las órdenes judiciales, nombraran a un nuevo representante legal en Brasil y se abonar las multas establecidas. Para conocer más sobre la regulación de plataformas sociales en Brasil, puedes consultar nuestra guía sobre diferencias entre Twitter y Bluesky.
Migración digital y el boom de alternativas a X en Brasil
Inmediatamente después del cierre de X, se produjo una migración masiva hacia otras plataformas de microblogging y redes sociales. La más beneficiada fue Bluesky, fundada por Jack Dorsey (creador de la antigua Twitter), que sumó en tan solo una semana más de 2 millones de nuevos s brasileños, hasta superar los 10 millones en todo el mundo. El portugués se convirtió rápidamente en el idioma dominante en la red, y hasta entidades gubernamentales abrieron perfiles en Bluesky para mantener el o con la ciudadanía. Para más detalles sobre estas alternativas, consulta nuestra guía sobre .
Además de Bluesky, la aplicación Threads (impulsada por Meta) también vio crecer su base de s brasileños. Mastodon, una red social descentralizada, fue otra alternativa relevante. Muchas de estas plataformas ofrecían funcionalidades similares a X, como la publicación de mensajes cortos, interacción pública y privada, y seguimiento de temas de actualidad. El aumento de descargas posicionó a Bluesky y Threads en el primer puesto de las aplicaciones gratuitas para iPhone en Brasil durante los días posteriores al bloqueo.
Listado de alternativas a X disponibles en Brasil
- Bluesky: Red de microblogging que permite la publicación de mensajes cortos, de abierto y en rápido crecimiento en Brasil.
- Threads: Plataforma de Meta centrada en la conversación pública y la integración con Instagram.
- Mastodon: Red social descentralizada donde los s pueden unirse a distintos servidores temáticos, ideal para comunidades específicas y activismo.
- Gab y Truth Social: Alternativas orientadas a sectores más conservadores y a la defensa de la libertad de expresión máxima, aunque con una base menor en el país.
- Plataformas tradicionales: Facebook, Instagram y TikTok siguen siendo ampliamente utilizadas para la difusión de información, aunque con un formato distinto al de X.
Si aún no lo has hecho, puedes consultar nuestra guía para eliminar tu cuenta de X y así gestionar tu presencia digital conforme a las nuevas normas establecidas en Brasil.
El futuro de X en Brasil y posibles escenarios internacionales
Aunque el STF aclaró que el bloqueo de X no tenía carácter permanente, sí envió un claro mensaje al sector tecnológico global: ninguna plataforma está por encima de la ley local. El restablecimiento de la actividad de X dependería del cumplimiento total de las órdenes judiciales —entre ellas, la designación formal de un representante legal y la eliminación de cuentas objeto de investigación— y del abono de las multas millonarias impuestas. Para entender mejor cómo funciona la regulación de plataformas en Brasil, revisa nuestra sección sobre .
Se abrió un proceso para que los demás jueces del Supremo evaluaran si se mantenía la prohibición o se anulaban las sanciones económicas a quienes intentaran acceder a X mediante VPN. Si bien en un principio el uso de VPN era multado, posteriormente esa parte de la orden judicial se suavizó, aunque persisten dudas sobre las consecuencias legales para los s individuales. Para más información sobre cómo evitar bloqueos, puedes consultar nuestra guía acerca de el nuevo logo de Twitter a X.
El caso brasileño se analiza a nivel internacional como un precedente sobre la capacidad de los estados para regular a las grandes tecnológicas. Si bien no existen indicios de que otros países vayan a repetir la medida en el corto plazo, las autoridades regulatorias de lugares como Europa y Australia siguen de cerca este tipo de casos para adoptar futuras estrategias de control sobre las plataformas digitales.
¿Qué respondió Elon Musk y cómo evolucionó el conflicto?
Elon Musk respondió de forma inmediata y virulenta a las decisiones del STF, criticando lo que él consideraba una forma de censura y abuso de poder judicial. Consideró que Brasil ponía en riesgo la esencia de las redes sociales como espacios de libertad y denunció que el país actuaba como un «régimen opresor».
Sin embargo, atendiendo a la presión internacional y a las cuantiosas pérdidas económicas, X cedió en varios de los puntos exigidos por las autoridades brasileñas: nombró a una nueva abogada representante legal y se comprometió a eliminar los perfiles que motivaron el cierre, aunque el STF pidió información adicional para validar que la representación legal fuera idónea y realmente efectiva. Esto mantiene la situación en un estado de tensa negociación, sin retorno total a la normalidad, pero con la expectativa de que X pueda volver a operar si cumple con todas las condiciones legales.
El debate global sobre censura, regulación y democracia digital
El cierre de X en Brasil ha puesto en el centro del debate internacional la delicada línea entre la censura estatal y la obligación de las plataformas de moderar contenidos peligrosos. Para las instituciones brasileñas, no se trata de coartar la libertad de expresión, sino de establecer un límite a la impunidad en la difusión de mensajes de odio, desinformación y ataques al orden democrático. Para Musk y sus defensores, estas medidas pueden sentar un peligroso precedente de intromisión estatal y control de las narrativas en el espacio digital, lo que puede poner en jaque el futuro de las libertades digitales en todo el mundo.
A medida que evolucionan las negociaciones entre X y el gobierno brasileño, el caso seguirá siendo observado como una referencia sobre cómo deben relacionarse los poderes públicos con los gigantes tecnológicos, y cuál es el papel de la justicia y la ley ante los retos de la desinformación global.
El bloqueo de X en Brasil ha sido uno de los episodios más emblemáticos del pulso entre estados y corporaciones digitales. Ha puesto sobre la mesa el debate sobre los límites de la libertad de expresión, las obligaciones legales de las plataformas internacionales y el derecho de los países a proteger sus sistemas democráticos frente a la desinformación y los discursos de odio. A día de hoy, la reapertura de la plataforma dependerá de la capacidad de ambas partes para alcanzar un equilibrio entre el cumplimiento de la ley y la protección de los derechos fundamentales en el entorno digital.